Economía México: ¿Qué esperar para el 2019? | #AnálisisIntercam

Hemos revisado nuestras proyecciones macroeconómicas para el 2019. Las políticas públicas de la administración entrante nos obligan a replantear el modelo económico que se privilegiará en los próximos años. Por ello, hemos recortado nuestro pronóstico de crecimiento económico para el siguiente año de 2.4% a 1.85%. La principal modificación se deriva de la falta de inversión privada, y en menor medida la púbica, así como una desaceleración en el consumo.

 

Para la inflación estamos esperando que la tendencia de desaceleración sea más lenta, y vemos poco probable que en el 2019 se logre la convergencia hacia el objetivo de Banco de México. Es así que fijamos nuestro estimado en 4% para el cierre del año. El desempeño en el precio del petróleo será un factor clave a evaluar, así como las presiones que pudieran generarse de un peso más débil, y finalmente de la volatilidad de los productos agropecuarios. Sin embargo, y a pesar que estimamos una desaceleración más lenta, no estamos incorporando ningún choque externo que pudiera descarrilar la tendencia de baja en la inflación observada a partir de octubre de este año.

 

En cuanto a las tasas de referencia, estimamos que Banco de México tendrá que subirla en 25 puntos base a 8.25% en su próxima reunión programada para el 20 de diciembre, dado que su balance de riesgos está claramente inclinado al alza y hacia adelante todavía existen varios riesgos que pudieran poner en juego un aumento generalizado de los precios. De hecho, el mercado ha incorporado con una probabilidad cercana al 100% este movimiento. Además, no vemos espacio para un recorte en las tasas en el 2019.

 

En cuanto al tipo de cambio vemos una estabilización de la moneda nacional apenas por debajo del umbral de los $20 pesos por dólar, con un cierre de 2019 en $19.90. Consideramos que la moneda mexicana será respaldada por una pausa en la normalización monetaria del FED y la aún restrictiva postura monetaria del Banco de México. La prudencia fiscal del nuevo gobierno también deberá contribuir a una estabilización del tipo de cambio por debajo de los niveles actuales, aunque seguirá siendo la variable más sensible ante cambios imprevistos de la perspectiva.

 

Escenario base

 

Para comenzar, estamos esperando que la economía de Estados Unidos muestre una ligera desaceleración en la tasa de crecimiento económico para el 2019, sin embargo nuestro escenario base no incorpora una recesión en dicho país. Los principales indicadores de esa economía muestran datos consistentes con un crecimiento económico cercano al 2.5% para el año. Con esto en mente, la economía mexicana deberá de tener un impacto positivo al tener todavía un sólido dinamismo en las exportaciones. También, ayudado ligeramente por un tipo de cambio que pronosticamos será más débil y la entrada en vigor del TMEC.

 

En el contexto de una economía creciendo sostenidamente pero a un paso más moderado, pensamos que al menos en la primera mitad del 2019 la Reserva Federal en Estados Unidos no aumentará las tasas de Fedfunds, y evaluará puntualmente los datos económicos antes de continuar con una política monetaria restrictiva. La posible pausa en la restricción monetaria, alivia las presiones en el tipo de cambio y por lo tanto para Banco de México.

 

Estimamos también una continua desaceleración en la economía de la zona Euro, y una política monetaria todavía laxa en esa zona. No estamos incorporando aún ningún movimiento en las tasas de interés por parte del Banco Central Europeo.

 

En cuanto a las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, pensamos que tarde o temprano se solucionarán, o al menos no escalarán más las medidas proteccionistas en la economía de Estados Unidos. De acuerdo con los análisis del FMI, la aplicación de aranceles por la totalidad de productos chinos a Estados Unidos tendrá un impacto de aproximadamente 0.8% del PIB, pero la factura se cobrará en la inflación de Estados Unidos, por lo que consideramos que los incentivos están alineados más a la solución del conflicto. Sin embargo, es importante señalar que el desenvolvimiento de este tema generará volatilidad y aversión al riesgo en los mercados.

 

En cuanto a temas comerciales entre México y Estados Unidos estimamos que el T-MEC será firmado sin contratiempos y no esperamos mayor impacto en las cadenas productivas entre México y Estados Unidos. Así mismo, no estimamos mayores políticas proteccionistas por parte de Estados Unidos hacia México.

 

Nuestro escenario base contempla finanzas públicas sanas. Luego de conocer los principales lineamientos del presupuesto, estimamos que el nuevo gobierno mantendrá el camino a la consolidación fiscal y a mantener finanzas públicas sanas. Será clave evaluar de cerca los ingresos y los gastos que se publican de manera trimestral por el gobierno, aunque en “papel” el presupuesto sea balanceado.

 

Para el 2019 no esperamos la implementación de políticas públicas disruptivas. Sin bien es cierto que consideramos que la transición ha sido un poco más desordenada que en sexenios anteriores, poco a poco la nueva administración pondrá la “casa en orden” con la finalidad de evitar hacia adelante incitativas que pongan en juego la confianza entre los inversionistas. Así mismo esperamos que se respete la autonomía del Banco de México.

 

Escenarios alternativos

 

Un escenario negativo sería aquel en el que se materializaran los principales riesgos externos e internos. A nivel internacional, la entrada de EE.UU. a una recesión impactaría directamente en el crecimiento de México, que podría detenerse por una desaceleración marcada del sector exportador que hasta ahora ha impulsado a la economía. A éste factor de riesgo habría que sumarle un escalamiento de la guerra comercial entre China y EE.UU., que afecte también la confianza en las inversiones y reduzca la demanda global.

 

El consumo interno, segundo motor de la economía, podría también verse afectado por la recesión en EE.UU. Dicho evento tendría un impacto en las remesas y podría minar la confianza de consumidores a nivel local, reduciendo el consumo privado. Dado que en nuestro peor escenario sólo esperaríamos ver una recesión con un máximo de dos trimestres de contracción en EE.UU., estimamos reducciones importantes en el crecimiento de México en ese caso, pero no una contracción de la economía en 2019.

 

A ello habría que sumarle la materialización de riesgos locales, esencialmente la erosión total de la confianza de inversionistas mediante una ejecución del presupuesto que no permita un superávit primario, que eleve los índices de endeudamiento del país y provoque revisiones de la calificación crediticia de México. Esto se reflejaría en un rápido deterioro de las finanzas públicas dadas las consecuentes alzas en las primas de riesgo dentro del mercado de deuda soberana y un tipo de cambio que podría alcanzar como mínimo los $22 pesos por dólar.

 

La inflación volvería a niveles altos, lo que provocaría también presiones al alza en las tasas de interés de corto plazo y podría llevar al Banxico a mantener el ciclo de alzas en su tasa objetivo. Esto terminaría por provocar condiciones financieras demasiado estrechas y nocivas para la expansión económica. Además, un escenario negativo también implicaría regulaciones y reformas que impacten de manera negativa en el desempeño de sectores productivos de la economía. Sin duda, un escenario que podría desembocar en una crisis, aunque hasta el momento luce muy poco probable dada la necesaria materialización de todos los riesgos enunciados. En un escenario de recesión global y desbalances macroeconómicos, esperaríamos ver una contracción del PIB en 2019. Pero reiteramos que este es un escenario que requiere la convergencia de varios factores negativos.

 

Un escenario positivo implicaría necesariamente la recuperación de la confianza y el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, además de un contexto internacional más benigno. Una desaceleración suave en EE.UU. que no desemboque en recesión sería un factor indudablemente positivo para el escenario mexicano. Aunado a una guerra comercial que, si bien podría no resolverse del todo en el corto plazo, podría lograr avances importantes y recuperar la confianza en la economía global. Esto permitiría una expansión promedio en México (cercana a 1.8%) durante 2019, que sólo podría ser potenciada por factores internos.

 

En un escenario de ejecución prudente del presupuesto y políticas no disruptivas, esperaríamos ver una recuperación importante de la inversión privada (además de la pública, impulsada por las políticas que promueve el nuevo gobierno). La firma del T-MEC a mediados de año y una postura conciliadora y de certeza desde el gobierno podría abrir un nuevo ciclo de inversión que sacaría a la economía del letargo de los últimos años. Más aún, si los planes de reducción de corrupción y uso eficiente de los recursos del gobierno tienen resultados positivos, podríamos ver un impulso extra al consumo y la inversión.

 

El consumo podría verse beneficiado por las políticas de gasto social y programas de empleo, además de ajustes salariales (siempre y cuando éstos se correspondan con mayor productividad y no generen presiones inflacionarias). La inversión podría también mostrar mejor desempeño si el uso de los recursos públicos es más eficiente y si se detiene el derroche de recursos por corrupción. Este escenario tiene algunas limitantes, pues resulta difícil creer que en el primer año lograrán cumplirse los objetivos de eliminar la corrupción y destinar grandes sumas de dinero al gasto público para el estímulo de la economía. Hay que recordar que la posición financiera del país es endeble y el margen de maniobra para el nuevo gobierno es limitado en cuanto a gasto e inversión.

 

Sólo si la ejecución disciplinada del presupuesto se lleva a cabo, si se recupera la confianza en el gobierno y la reestructuración del gasto se muestra exitosa, crecerían las probabilidades de ver este escenario materializarse. De manera que sólo bajo un escenario internacional benigno y la recuperación de la confianza en México veríamos tasas de crecimiento arriba de 2.5% en 2019.

 

Este escenario ayudaría a relajar las condiciones financieras y elevaría las probabilidades de ver una caída en la tasa de referencia del Banco de México más rápido de lo esperado. El impacto de mayor certidumbre sobre el Tipo de Cambio debiera ser positivo, con cotizaciones cercanas a los $19 pesos por dólar que retiren presiones inflacionarias y se conjuguen con la caída de precios de energéticos para relajar el entorno inflacionario del país a pesar de mayor crecimiento. En suma, un escenario muy positivo que asume la desaparición de incertidumbre tanto local como internacional.

 

Componentes del PIB

 

Consumo

 

El consumo representa poco menos del 60% de la economía de nuestro país. Ha sido el motor del crecimiento en los últimos años y ha probado ser resilente. Para el 2019 esperamos una tasa de crecimiento ligeramente menor que la del año que está terminando, en aproximadamente 1.9%. El principal componente que impulsará el crecimiento será el consumo privado, donde esperamos un avance del 1.8%, sólido aunque también ligeramente menor al observado en los primeros nueve meses del 2018.

 

El consumo privado se beneficiará de varios factores que han sido claves en el 2018. Las remesas que se encuentran en niveles históricamente elevados y acumulan en el año un crecimiento del 10%. Esperamos que dada la solidez de la economía de Estados Unidos, las remesas se mantengan en niveles elevados. Otro factor clave es la tasa de desempleo que también se ubica en niveles mínimos de los últimos años y que ha permitido el crecimiento en el consumo. La inflación, aunque sigue por arriba del objetivo de Banxico, se ha desacelerado permitiendo un mejor desempeño en los ingresos reales entre la población. Esperamos que en el 2019, la inflación también contribuya a mejorar los ingresos reales de la población.

 

En cuanto al consumo/gasto público, la constante desaceleración en este rubro ha originado un freno a la economía, pero finanzas públicas sanas. El nuevo gobierno ha propuesto un presupuesto balanceado, pero mayor gasto público. En ese sentido, esperamos una redirección del gasto público y eficiencias derivadas de la posible menor corrupción, pero no esperamos un incremento en el gasto comparado contra el año 2018. De hecho, pensamos que el consumo público será ligeramente menor. Además, tradicionalmente en los primeros años del cambio de gobierno se frena el gasto público a falta de expertisse, y este año no será la excepción, al menos en la primera mitad del 2019.

 

Inversión

 

La inversión ha representado cerca del 15% de la economía de México, y ha sido el gran lastre de los últimos años. La falta de inversión tanto pública como privada han originado que nuestra economía no tenga un dinamismo mayor, y sin la inversión está condenada a crecer en 2%. La inversión privada ha caído en los últimos años como consecuencia de la falta de certidumbre con respecto a las reglas comerciales entre México y Estados Unidos, y ahora pensamos que los capitales deberán de tener mayor certeza frente a las políticas públicas, para detonar un nuevo ciclo de inversión.

 

Aunque sumamente necesaria, pensamos que la inversión no crecerá más que el 0.5%, para ampliar ligeramente la capacidad instalada de la economía, pero no estamos previendo una inversión privada que acabe por detonar el crecimiento económico de México. Pensamos que la mayor parte de la inversión privada será realizada por las grandes empresas- como las listadas en la BMV- con la finalidad de no perder su participación de mercado.

 

En cuanto a la inversión pública, el nuevo gobierno ha dado a conocer ciertos lineamientos para aumentar la inversión, principalmente en Pemex y en CFE. En el sector eléctrico, se incrementará la inversión en 20,000 millones de pesos. En Pemex, contemplarán una inversión adicional de 75,000 millones de pesos, con la intención de lograr mayor producción; se iniciará la perforación de nuevos pozos y se intervendrá en aquéllos en los que está declinando la producción para reactivarlos.

 

Además, la licitación de las obras de construcción para la nueva refinería se llevará a cabo a más tardar en marzo, y ésta tendrá capacidad para procesar 340,000 barriles diarios. La inversión fija bruta, que no ha hecho más que retroceder dado el recorte en Pemex, pudiera verse beneficiada por los planes del nuevo gobierno y aumentar cerca de 1% contra las constantes contracciones observas en los últimos tres años. Sin embargo, y a pesar del ambicioso plan de Lopez Obrador en cuanto a las inversiones en infraestructura, pensamos que no se ejecutarán todas en el 2019.

 

Exportaciones

 

Las exportaciones representan alrededor de 26% del PIB. El dinamismo mostrado por el sector en los últimos dos años lo convierte en uno de los principales motores de la economía mexicana. Esperamos que en 2019 las exportaciones logren una expansión de 3.8%, ligeramente menor a la de éste año, dada la desaceleración global y cierta incertidumbre comercial que podría extenderse al próximo año. El principal factor de dinamismo seguirá siendo la relación con nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, del que esperamos seguir viendo tasas de expansión por arriba de su potencial a pesar de la gradual desaceleración que verá la economía el próximo año. 

 

Para que el sector se mantenga como importante motor de crecimiento el próximo año, será necesaria la ratificación del T-MEC y la eliminación de todo riesgo en el comercio bilateral con EE.UU. La mayor parte de estos riesgos ya han quedado disipados con la negociación exitosa del nuevo acuerdo comercial y las cartas paralelas que incluye. Además, será importante que EE.UU. no entre en recesión, dada la integración del sector manufacturero mexicano (que representa cerca del 90% del sector exportador) con el sector industrial estadounidense. La depreciación de la moneda nacional es un factor que beneficiará a las exportaciones mexicanas y su precio relativo frente a competidores, por lo que esperamos que siga siendo un elemento de dinamismo en la economía.

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