México recibe aplausos de fuera, abucheos de dentro

Mientras que desde el exterior a muchos le gusta lo que está ocurriendo en México, acá la reacción, al menos de corto plazo, no podía haber sido más diferente.

     Dos anuncios demostraron ayer las muy distintas versiones que hoy se tienen en torno al futuro económico del país: la externa y la interna.

     La agencia calificadora estadounidense Moody’s Investors Service mejoró ayer, por un lado, la calificación crediticia del país en un grado. Ese es tal vez uno de los mejores reconocimientos que cualquier gobierno pudiera recibir. La calificación más alta que Moody’s da ahora a México implica que las finanzas del gobierno están sanas y que las perspectivas de crecimiento son mejores a las que existían hace poco.

 

     En cambio, por otro lado, ayer también los consumidores dejaron en claro que su confianza en el devenir económico del país está por los suelos, aún cuando podrían reconocer que el panorama de largo plazo (más de un año) podría ser prometedor.

     Tras los aumentos de precios que provocaron nuevos impuestos a la gasolina, el diesel, los refrescos y las botanas, los consumidores están que no los calienta nada. Su confianza actual y esperada para los próximos 12 meses se ubicó en un nivel similar al que tenían cuando estalló la recesión económica mundial en 2009 y que provocó una contracción de poco más de 6% a la economía Mexicana.

     México está lejos de eso. La calificación de Moody’s da credibilidad a las expectativas gubernamentales de que México recuperará una tasa de crecimiento económico de cerca de 4%, como las que registró de 2010 a 2012, este año y que la mantendrá en 2015.

     Esa estimación, como la percepción favorable de México sobre la economía mexicana, están sustentadas en los cambios legales que logró aprobar el presidente Enrique Peña Nieto en el Congreso y que buscan redefinir muchas industrias anquilosadas de México, como la de las telecomunicaciones y la energética.

     Aunque hay algunos que se atreven a cuestionar que esos cambios, si se implementan bien, lograrán beneficiar a millones de mexicanos, la mayoría confía que así será.

     Sin embargo, mientras eso ocurre, si es que además ocurre, los consumidores solo han recibido malas noticias a sus bolsillos gracias a los cambios aprobados. Todos en México están teniendo que pagar más por los combustibles al tiempo que muchos alimentos y bebidas hoy cuestan entre 10 y 15% más que hace un mes.

     Lo potencialmente grave de la discrepancia entre los aplausos de fuera y los abucheos de adentro es que si las reformas no logran su objetivo, acelerar el crecimiento económico, entonces el abucheo no sólo será interno sino también externo.

     Claro que también existe la posibilidad de que la economía repunte, de que se generen más empleos y de que las familias mexicanas puedan percibir ciertos beneficios por los cambios. Eso podría generar aplausos aquí y afuera, que es lo que todo mundo desea, aunque por ahora la rechifla está más que justificada.

Eduardo García

 

*Las opiniones expresadas en este documento pertenecen únicamente al autor y no reflejan la posición u opinión de Intercam Grupo Financiero

 

 

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