Patricia Berry: Y va… UNO

La mañana del jueves, el Banco Central Europeo, a través de su presidente Mario Draghi, anunció un programa de estímulo monetario que consiste de la compra de bonos públicos y privados por 60mil millones de euros en cada uno de los próximos 18 meses, empezando en marzo y terminando en septiembre de 2016. El balance del banco terminará en alrededor de 1millón de millones de euros.

El banco comprará bonos de todos los países, según su participación en el capital del banco central, aunque con más condiciones para aquellos que estén bajo un plan de rescate. Grecia queda al margen hasta que se lleven a cabo las elecciones y se decida si se confirma el programa de rescate.

El resultado será la impresión de miles de millones de euros nuevecitos, que se lanzarán al mercado, buscando que aumente el crédito, la demanda y los precios.

El programa resultó ser todo lo que se quería, y más, para tratar de reactivar a la economía de la Zona Euro y elevar la inflación a niveles aceptables. Y la reacción de los mercados de la región fue inmediata: el euro se desplomó contra el dólar, las tasas de interés de los bonos europeos bajaron todavía más, y las bolsas subieron a máximos de 7 años. En los mercados internacionales, como es natural, las reacciones europeas encontraron eco: el dólar se apreció contra las monedas fuertes y se debilitó contra las emergentes, las tasas de los bonos del Tesoro repuntaron ligeramente ante el mejor panorama, y los precios de las acciones subieron alrededor del mundo.

Con Estados Unidos e Inglaterra creciendo sostenidamente, aunque sea a un ritmo lento, las situaciones que hasta ahora preocupaban más, y acaparaban la atención, eran la debilidad de la Zona Euro, Japón y China. Por otro lado, en la mesa de las dudas ha estado lo que pudieran hacer las autoridades de estos países para volver a encender la mecha del crecimiento.

Finalmente, hoy tenemos la respuesta para una de estas incógnitas – para la Zona Euro. El programa que inicia ya ha funcionado en Estados Unidos y en Inglaterra y ahora habrá que ver cómo se desarrolla en Europa, pero por lo pronto se han despertado las esperanzas.

Las implicaciones de este estímulo alcanzan a todo el mundo. Para empezar, el aumento de liquidez que se llevará a cabo de inmediato está generando demanda por activos financieros de riesgo. Los bonos europeos son atractivos porque son los instrumentos que comprará el banco central y lo lógico es que suban los precios. Pero otros activos, como las acciones alrededor del mundo, las materias primas o las monedas emergentes, se vuelven más seguros al mejorar el panorama de crecimiento global. Por otra parte, si se eleva la inflación en la Zona Euro, el efecto se derramará al resto del mundo y las preocupaciones de deflación empezarán a ceder.

El sentimiento positivo que ha provocado el Banco Central Europeo probablemente dure algún tiempo, por lo menos hasta que recibamos alguna otra noticia importante que resulte mala. Pero también hay que estar conscientes de que no es la respuesta a todos los males que aquejan a la economía global, y que existe la posibilidad de que el programa no tenga éxito.

En pocas palabras, la cautela no tiene por qué dejarse a un lado, y preferimos mantener nuestro portafolio recomendado con 20% en acciones, 10% en bonos mexicanos y 70% en efectivo, en pesos.

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