Patricia Berry: “Cuando las cosas se descomponen”
Patricia Berry
De por sí, el año inició mal, con tormentas de nieve. Y luego, por una cosa o por otra, las condiciones se han ido deteriorando. Ahora, el sentimiento es de pesimismo y se refleja en lá búsqueda de refugio. Encima, no parece que en los meses que faltan de 2015 las cosas puedan mejorar gran cosa.
Haciendo memoria, en diciembre del año pasado se esperaba un año 2015 mejor que 2014 – de avances moderados y sin muchos sobresaltos. Ya pasamos la mitad de 2015, ¡y no ha habido nada más lejos de la realidad!
Para empezar, justo como ocurrió en 2014, el año 2015 empezó con un invierno inesperadamente crudo en el Hemisferio Norte, que afectó la actividad económica en varios países europeos, y sobre todo en Estados Unidos. En consecuencia, las cifras del 1T15 fueron decepcionantes, obligando a reducir las expectativas de crecimiento de todo el año.
El 2T15 completo se trató del drama de Grecia – fue un refrito del primer rescate en 2010, pero con más emoción política, y bajo presión de tiempo.
Nuevamente surgió la posibilidad de que Grecia saliera de la Unión Monetaria Europea y que se rompiera en pedazos todo el proyecto de la Unión Europea. Ahora, en agosto, ya se acordó un nuevo rescate y se entregó una cantidad de dinero inicial a Grecia, pero el sistema político quedó hecho trizas. El Primer Ministro Tsipras tuvo que convocar a un voto de confianza en el parlamento, que perdió, y significa su renuncia inmediata y una nueva elección en septiembre.
En materia económica, el 2T15 no presentó el rebote que se esperaba, y que sí ocurrió en 2014. En Estados Unidos e Inglaterra, el crecimiento se ha sostenido, y sus bancos centrales esperan el momento propicio para subir la tasa de interés. Pero en el resto del mundo, la actividad se mantuvo lenta y, lo peor, en una trayectoria de deterioro hacia el 3T15. Los programas de estímulo monetario de la Unión Europea y de Japón no parecen estar teniendo el efecto esperado, y los números de China han ido de mal en peor.
En julio, ya iniciando el 3T15, saltó a la cancha China con el desplome de su mercado accionario. En cuestión de unos días, la bolsa se cayó 30%, y el mundo de los mercados y de las autoridades chinas se asustaron el 100%.
Las autoridades, no acostumbradas a la libertad, intervinieron en el mercado poniendo cantidad de reglas y otorgando crédito para detener el desplome de las acciones. Como la intervención no es del agrado de los inversionistas, el rebote y la estabilización de la bolsa duró unos días y se ha reanudado la baja.
Un poco después del descalabro de las acciones, China decidió modificar el régimen de su tipo de cambio y dar un paso hacia su liberalización. El cambio significó una devaluación de casi 2% del yuan, que tomó al mundo entero por sorpresa porque nunca se había hecho un movimiento de este tipo. El caso es que, en los mercados, lejos de entender esto como un cambio en el régimen del yuan, lo percibieron como el inicio de una serie de devaluaciones para ayudar a las exportaciones y al crecimiento de la economía, porque la situación es más grave de lo que se sabe. Este episodio inyectó gran volatilidad en los mercados por unos días, hasta que los inversionistas constataron que no hubo otro movimiento brusco y decidieron darle el beneficio de la duda al banco central de China. Pero esos días bastaron para que algunos países siguieran el ejemplo y también devaluaran sus monedas, aumentando el riesgo de una guerra de devaluaciones, sobre todo en la región asiática.
Regresando a Estados Unidos, esta semana se publicó la minuta de la última reunión del Fed, en la que todos querían encontrar señales de que la tasa subirá en septiembre. No sólo no encontraron tal cosa, sino que surgieron dudas porque, por primera vez, junto con la baja inflación, el Fed mencionó la debilidad del entorno internacional como una de sus consideraciones para decidir sobre la tasa.
La situación, que se venía deteriorando por una cosa o por otra desde principios del año, de plano acabó por descomponerse con esta duda del Fed. Entre el Fed y China se las arreglaron para que en los mercados cundiera la idea de que la economía global está mucho más débil y frágil de lo que se imaginaban.
El primer resultado de todo esto ha sido el flujo masivo de salida de capitales de las economías emergentes, para irse a refugiar en dólares y bonos del Tesoro, primero, y después en algunas otras monedas y bonos desarrollados, como los de Europa y a ratos de Japón.
Otro resultado directo ha sido el desplome de los precios de las materias primas, industriales, agrícolas y de todo, por la debilidad de la demanda de China, principalmente, ya que es el mayor consumidor de la mayoría de los commodities. Junto con los precios de estos bienes, se vinieron abajo las expectativas económicas y las monedas de los países productores, entre los que se encuentran Canadá, Brasil, o Australia.
De pasada, las bolsas se han caído, incluyendo a las de Estados Unidos, que parecían invencibles. Desde luego, han bajado las acciones de las empresas relacionadas con China de alguna manera, y las que tienen algo que ver con la producción, extracción o transformación de materias primas.
Las acciones de empresas petroleras o de servicio para el sector ya se venían cayendo desde hace tiempo. A las exportadoras no les ha ido bien en Estados Unidos, pero sí a las europeas.
El caso es que la evolución que nos imaginábamos al final del año pasado no se ha cumplido. Las condiciones han venido deteriorándose poco a poco en lo que va de 2015, y se ve difícil que los meses que faltan sean diferentes. Y para 2016, por ahora no se ve un panorama mucho mejor. La realidad es que la sombra del pesimismo va cubriendo poco a poco la mente de los inversionistas, operadores y analistas, y cada vez son menos capaces de guardar esperanzas.
Hay que tener cuidado estos días al tomar decisiones de inversión. Estamos en medio de un cambio de percepción, y se trata de un cambio para peor.
Los ánimos se han descompuesto junto con la situación, y las decisiones las debemos tomar con la cabeza fría.
Las descomposturas
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