¿Bitcoins o no Bitcoins? He ahí el dilema
Hace un tiempo escuché hablar de esta súper moneda futurista que presentaba ventajas estratosféricas en comparación con las monedas que usamos todos los días, sólo fue una plática más que quedo en el aire entre un hacker, un aprendiz y un contador. Hasta hace unas semanas una amiga me preguntó que si sabía algo de esta moneda, me arriesgué y le di mi opinión.
“Quizá” mi consejo no fue el mejor; eso lo dirá el futuro y los mercados.
Para todos los que apoyan esta moneda; tranquilos, no recuerden a mi progenitora tan rápido.
Le expliqué a mi amiga que como inversión sería interesante y hasta emocionante tener unas cuantas de estas monedas para usarlas de forma corriente y ver cómo trabajan, pero yo en lo particular no me arriesgaría a recibir el pago de la venta de mi casa en esta moneda exclusivamente.
Dejen explicar mis motivos personales para poder dar tal consejo.
Como sabemos, todo lo “nuevo” es llamativo y novedoso, pero también le tenemos miedo; miedo al cambio y a sentirnos engañados.
Para empezar tengo que explicarles que una Bitcoin es una moneda virtual, es una súper moneda ya que el costo por transacción es muy bajo comparado al que se hace ahora con los traspasos de banco a banco, no te la pueden clonar como tu tarjeta de crédito, el intercambio del “dinero” es instantáneo, sólo lo puedes usar tú y nadie más; mientras exista una computadora, internet y electricidad tendrás tus monedas para siempre, cada transacción se hace de persona a persona mediante la web, de manera anónima, irreversible y no la ampara ningún gobierno, institución bancaria o empresa, entonces ¿quién le da su valor? Pues su valor se lo dan las personas que lo utilizan.
Hace un año su valor era el equivalente a 12 dólares, se llegó a disparar hasta los 1200 dólares, bajó hasta los 800 dólares y ahorita se mantiene en el rango de los 600 dólares; como dicen los estudiosos en la materia, es un capital de alto riesgo.
Hay varias historias en la red, desde indigentes que sobreviven a la hambruna en Central Park trabajando en la web y recibiendo Bitcoins como pago y cambiándolos en restaurantes de comida rápida; hasta el chico universitario que un día compró unos cuantos Bitcoins para ver cómo funcionaban pero se le olvidó que los tenía y cuando los quiso cambiar valían tanto que pudo comprar un exclusivo departamento en Oslo.
Esta moneda ha sufrido gravámenes por parte de los gobiernos del mundo, por ejemplo; Noruega ve a esta criptodivisa como un activo y cobrará impuestos sobre las ganancias de capital. Al igual que Alemania, el gobierno Ruso la prohibió en su territorio y al igual que el gobierno Chino a las instituciones financieras.
Incluso Apple retiro de su tienda unas aplicaciónes compatibles con Bitcoins; MtGox, la plataforma de cotización de Bitcoins más grande, suspendió transacciones gracias a problemas técnicos.
Los defensores de esta moneda codificada así como los empresas que las comercian tienen una labor titánica para demostrar a los gobiernos que esta moneda anónima no es para el uso de cosas ilegales sino para el pago de bienes y servicios y hacer que los no usuarios confíen en ella tanto como en los billetes tradicionales, aunque su uso más fuerte es en la deep web.
Sólo los usuarios serán quienes dicten el futuro de esta moneda virtual y su valor, ya que si las personas pierden el interés en esta moneda bajara su valor, o si todos quieren usarla valdrá tanto que podría desestabilizar las economías de los países.
Y será sólo el futuro quien me dirá si me equivoqué al aconsejar ver a esta moneda como inversión a largo plazo y no para basar toda una economía personal en ella, pero qué sé yo, si sólo soy un aprendiz.
Aprendiz
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