Uno se va y otro llega

¿Qué dice análisis?  Análisis dice… Uno se va y otro llega
Por: Patricia Berry

2015 ha sido uno de esos años que es preferible olvidar. No fue un año nefasto, pero tampoco fue un año bueno, así que se puede ir al archivo muerto. Por ahora, la mejor recomendación que podemos hacer es que dejen de pensar en todos estos temas financieros por unos días y mejor disfruten las fiestas, que den amor y cariño a manos llenas, que estén dispuestos a recibir lo mismo, y dejen las preocupaciones para enero.

 


Santa Claus y los Reyes Magos sacándose fotos con los niños tanto en la Alameda como en los grandes centros comerciales. Luces de colores por todos lados. Pinos alumbrados y cargados de esferas que se alcanzan a ver por las ventanas de las casas. Muchas Nochebuenas en las principales avenidas de la ciudad. El tránsito insoportable y mares de gente de compras. Todo son señales de que ya estamos cerrando el año.

 

2015 fue un año que a nosotros, por lo menos, se nos pasó muy rápido – afortunadamente, porque no fue un año bueno o fácil para el mundo. Se trató de un año de muchas dudas y sorpresas, y no necesariamente agradables.

Estados Unidos salió adelante, con crecimiento bajo, pero suficientemente sólido, por lo menos en la opinión del Fed, como para aguantar la primera alza de la tasa de interés en casi 10 años. Inglaterra probablemente creció un poquito más que Estados Unidos, pero ellos no subieron la tasa.

La Zona Euro casi apenas si avanzó la mayor parte del año y la baja inflación creció como amenaza, al punto que el banco central acabó por embarcarse en lo que no quería – un programa de compra de activos en los mercados para estimular la actividad e impulsar los precios. Ahora habrá que ver si funciona.

A Japón tampoco le fue muy bien que digamos. El programa de estímulo de shock adoptado por las autoridades el año pasado no ha tenido el efecto deseado y las cosas avanzan a medias. El crecimiento, la inflación y la inversión siguen demasiado lentos.
China probablemente ha sido la sorpresa más desagradable de todas. Nadie se esperaba una desaceleración de su economía tan profunda o tan prolongada como la que ha ocurrido. Tampoco se esperaban medidas de estímulo a cuenta gotas, como se han implementado. Además, el efecto de la desaceleración de China ha cobrado un sinnúmero de víctimas entre los productores de todo tipo de materias primas y bienes intermedios que le vendían sus productos, sobre todo entre las economías emergentes de Asia y Latinoamérica, Canadá, Australia y Japón.
Otra sorpresa fea fue el rápido y profundo deterioro de la economía de Brasil, que al mismo tiempo enfrenta una crisis política de dimensiones no imaginadas. En contraste, en estos días, Argentina nos dio una buena noticia al elegir a Macri como nuevo presidente, quien planea todo tipo de reformas para liberar a la economía del control de estado – un buen augurio.
Rusia es otro país al que le ha ido mal. Entre el desplome de los precios del petróleo y las sanciones que le impuso occidente por su incursión en Ucrania, la economía está en recesión y sin muchas esperanzas de recuperarse en el futuro cercano.

Otro evento inesperado ha sido el fuerte desplome de los precios del petróleo, cuya explicación empieza con la defensa de la participación de mercado de Arabia Saudita, pero también de los precios de casi todas las demás materias primas, que han sido víctimas de China, por un lado, y de la fortaleza del dólar, por otro.

Por si la frágil y precaria situación de las economías fuera poco, la parte negra de la geopolítica también se hizo presente en 2015. El acuerdo de las potencias con Irán para ir retirando las sanciones, a cambio del desmantelamiento de sus esfuerzos nucleares, resultó un bombazo para los países de Medio Oriente, empezando por Arabia Saudita e Israel – simplemente no les gustó y le tienen total desconfianza a Irán. También en Medio Oriente, surgió el Ejército Islámico, invadiendo, incendiando, violando, asesinando a diestra y siniestra para hacerse de territorio dónde fundar un califato. Siria y Libia siguen en guerra civil, Egipto y Yemen no están en paz, y cada vez se complican más las cosas, porque se mezclan con ISIS, los bombardeos aéreos de Estados Unidos y Co., el apoyo de Rusia a Assad, y todo se ha convertido en un muégano muy amargo y peligroso; muégano que se empieza a desbordar a otros países en la forma de ataques terroristas, como los de Paris.

Finalmente, los mercados financieros, que es lo que más nos interesa, entre tantas dudas, sorpresas desagradables y largas esperas para que los bancos centrales actuaran, no han ofrecido buenos rendimientos.

El caso es que 2015 ha sido uno de esos años que es preferible olvidar. No fue un año nefasto, pero tampoco fue un año bueno, así que se puede ir al archivo muerto.
Por ahora, la mejor recomendación que podemos hacer es que dejen de pensar en todos estos temas financieros por unos días y mejor disfruten las fiestas, que den amor y cariño a manos llenas, que estén dispuestos a recibir lo mismo, y dejen las preocupaciones para enero.

 

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