México, Rusia y Trump
Reporte Especial. Por: Jorge Berry
México
El martes 28 de febrero, la Casa Blanca amaneció optimista. Había buenas expectativas para el discurso que el presidente Donald Trump pronunciaría ante una sesión conjunta del Congreso esa misma noche. Tanto, que convocaron a los principales conductores de los noticieros a una comida previa, incluyendo a CNN, parte de lo que Trump llama “los enemigos del pueblo”, en una versión sajona de lo que aquí conocemos como el “cerco informativo de la mafia del poder”.
En esa comida, Trump flotó que propondría en su discurso un cambio radical en la política migratoria, que permitiría permanencia legal en el país a los indocumentados que no hubieran cometido delitos graves, y que tuvieran trabajo. O así lo interpretaron quienes escucharon al presidente.
La realidad fue distinta.
El discurso, en cuanto a forma, fue sin duda, el mejor que ha pronunciado en lo que va de su carrera política. Llamó a la unidad, y pidió a los demócratas trabajar juntos. Habló bonito, pero no distinto. Nunca mencionó a México por nombre, pero México estuvo presente en todo el discurso. Lo que deslizó en la comida, nunca se cristalizó. Cuando habló de migración, fue para jactarse de las deportaciones, según él, de los “bad hombres”, pero las cifras y los casos conocidos lo desmienten. Reafirmó la contratación de mas agentes migratorios y anunció la creación de una agencia para la atención a víctimas del crimen de migrantes.
En el área comercial, insistió sobre lo dañino que ha sido el TLC para Estados Unidos, otra mentira. Resaltó el déficit comercial que Estados Unidos tiene con muchos países, y lo calificó como “inaceptable”, volviendo a mostrar su ignorancia en relaciones internacionales, y acercando a Estados Unidos a un posible conflicto con la Organización Mundial de Comercio. Dada la proclividad de Trump, pero sobre todo de Steve Bannon, su asesor, al aislacionismo, no es imposible imaginar que Estados Unidos decida salir de la OMC.
Donald Trump dejó entrever algo de lo que solicitará al Congreso en el resupuesto, que incluye un incremento de 54 mil millones de dólares al gasto militar, el mayor de la historia. Ante eso, será difícil justificar ante el Congreso una erogación de unos 20 mil millones, casi la mitad del aumento a las fuerzas armadas, para construir un muro que no servirá de mucho para detener el flujo de drogas y personas a Estados Unidos. Mientras haya demanda desmedida por estupefacientes, los cárteles encontrarán la manera de asegurar la oferta.
Además, propuso un recorte drástico de personal y presupuesto en el departamento de estado, que provocó una carta de protesta firmada por 10 generales de altísimo rango, quienes consideran esencial el trabajo diplomático para contener el número de incidentes que requieren el uso de las fuerzas armadas. El secretario de Estado, Rex Tillerson, guardó silencio.
De hecho, fuera de algunas sesiones de fotos con funcionarios extranjeros, el departamento de estado no ha tenido contacto alguno con los medios.
Rusia
La Casa Blanca esperaba gozar de un respiro luego de la relativamente buena aceptación que tuvo el discurso del presidente ante el Congreso. Pero al día siguiente, explotó la noticia de dos reuniones que el procurador Jeff Sessions tuvo con el embajador de Rusia durante la campaña, sobre las que no informó al senado en sus audiencias de confirmación. De hecho, negó categóricamente haber hablado con cualquier oficial ruso. Mintió, pues.
Los senadores demócratas, visiblemente alterados, como Nancy Pelosi, la líder del partido en la cámara baja, pidió la renuncia de Sessions, a lo que se sumaron otros legisladores. Incluso algunos republicanos llamaron a Sessions a que se deslindara de la investigación del FBI y los comités del Congreso sobre los nexos de Rusia y la campaña de Trump.
Ante la presión, el procurador Jeff Sessions se excusó de participar en forma alguna en la investigación, dijo que la omisión en las audiencias fue involuntaria, y que se debió a una errónea interpretación de la pregunta, y prometió para el lunes un documento aclaratorio para ser incluido en la transcripción de su confirmación. Además, prometió responder cualquier pregunta de los senadores… por escrito. Nadie le cree.
En este clima, se dieron mas revelaciones, y la lista de funcionarios de la campaña Trump que tuvieron reuniones con oficiales rusos, crece.
Este asunto ya le costó el puesto al general Michael Flynn, quien tuvo que renunciar a la consejería de seguridad nacional por mentir sobre el contenido de sus conversaciones con el embajador. Ahora, el procurador también está en peligro. Se dio a conocer, y la Casa Blanca confirmó, que el yerno de Trump, Jared Kushner y Michael Cohen, abogado personal de Trump, también sostuvieron reuniones, y en la Torre Trump de Nueva York, con personajes rusos, que son vigilados por los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Paul Manafort, con cercanos lazos con la marioneta ukraniana que designó Vladimir Putin para ser presidente de Ukrania, y que luego fue derrocado, renunció intempestivamente a la coordinación de la campaña de Trump. Fuentes aseguran que también lo investiga el FBI.
Mientras, Trump critica y pelea con todo el planeta, excepto con Vladimir Putin, para quien tiene siempre palabras de admiración. Y esto es lo que despierta sospechas.
¿Qué oculta Trump? ¿Por qué la paranoia contra la prensa, y los intentos de sofocar la información sobre los nexos de Trump y Rusia? Algo huele muy, muy mal.
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