El escenario macroeconómico de Banxico | #OpiniónIntercam | El Financiero

En un entorno de amenazas comerciales, elevada incertidumbre y aversión al riesgo, convendría incorporar la prudencia a la hora de calibrar la tasa de política monetaria.

Los reflectores del informe trimestral de Banxico estaban puestos en la actualización del escenario macroeconómico, tras una sorpresa negativa en el PIB del 4T24. El organismo central redujo de manera significativa sus estimaciones para la actividad económica de este año, con un crecimiento puntual de 0.6 por ciento, la mitad de lo que esperaba previamente. Ello sin considerar que en el rango es posible identificar una ligera contracción en el producto. El estimado de Banxico es inferior a la encuesta de especialistas del sector privado y de la encuesta de Citi, que contemplan un crecimiento del 1.0 por ciento. Los argumentos detrás de la revisión no resultan extraños, pues es producto de la continuación de la caída en la inversión, al tiempo que el consumo se ha venido ralentizando.

El Banco de México señala que estos dos componentes (consumo e inversión) mantendrían cierta atonía, más aún considerando que la inversión enfrenta vientos en contra, frente a un panorama particularmente incierto. Además, la consolidación fiscal limitará la contribución del gasto público. En la primera administración de Trump, que amenazó con salirse del TLCAN e imponer aranceles, la inversión a PIB retrocedió medio punto porcentual, en tanto una vez firmado el T-MEC en el año 2018 la inversión repuntó, y las nuevas inversiones como porcentaje del PIB alcanzaron un máximo del 5 por ciento. Gran parte del crecimiento observado en los años 2022 y 2023 se derivó del avance que sostuvo la inversión, que ahora irremediablemente restará. El bajo crecimiento económico previsto por el organismo central se debe a la debilidad en la demanda interna.

El componente que podría contrarrestar parcialmente el bajo crecimiento, serán las exportaciones. De acuerdo con los últimos datos de producción industrial de Estados Unidos, y luego de dos años de debilidad, se ha visto un mayor dinamismo. Considerando la encuesta de especialistas de la Fed de Filadelfia, este componente podría avanzar 1.4 por ciento en el año, denotando un mayor crecimiento para la demanda externa.

Sin embargo, el riesgo de que este componente de la demanda agregada tampoco contribuya positivamente al crecimiento no es cuestión menor, ya que en ninguno de los escenarios se está incorporando las amenazas arancelarias que pudieran dislocar la relación comercial con Estados Unidos y acabar por afectar la demanda externa. El panorama de corto plazo es especialmente incierto. Donald Trump ha abierto una serie de amenazas arancelarias, siendo que, la única orden ejecutiva que ha sido firmada por el presidente norteamericano es con respecto a las tarifas del 25 por ciento al acero y al aluminio.

En ese tenor, la serie de cuestiones que ha abordado Trump en materia comercial son tantas y de diversa índole que es difícil pronosticar el desenlace con cierto grado de certidumbre. Sin embargo, podemos anticipar que un efecto puntual que tendrán estas amenazas será una afectación en la inversión.

Para la conducción de la política monetaria, el escenario de significativa moderación, inclusive estancamiento en el producto, abona a una inflación que puede continuar su trayectoria a la baja en los siguientes meses. Posiblemente detrás de los recortes más agresivos, se encuentre la dilución de las presiones en la demanda. Pero, como todo en esta vida tiene un pero, un recorte de 50 puntos base en la reunión programada para mazo, pondría el diferencial de tasas de interés en su promedio histórico. Con ello podría limitar hacia adelante la conducción de la política monetaria, pues un ancla de nuestra moneda ha sido el diferencial de tasas de interés que mantenemos con Estados Unidos, por lo que no podemos desestimar una depreciación mayor que irremediablemente acabe por afectar el proceso desinflacionario de las mercancías que habían hecho un progreso notable.

En un entorno de amenazas comerciales, elevada incertidumbre y aversión al riesgo, convendría incorporar la prudencia a la hora de calibrar la tasa de política monetaria.

Colaboración para: El Financiero

Fuente: Alejandra Marcos, Directora de Análisis y Estrategia de Intercam Casa de Bolsa.

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