Las reuniones de septiembre

¿Qué dice análisis?
En los mercados. Por: Patricia Berry

Al final de las reuniones de política monetaria de septiembre, aunque el nerviosismo y la incertidumbre siguen siendo parte del entorno de los mercados, parece que seguimos en el camino para utilizar una combinación de política monetaria con política fiscal para sacar a las
economías adelante.

Finalmente, esta semana se llevaron a cabo las reuniones del Fed y del Banco de Japón que los inversionistas han estado esperando por semanas y, con esto, se completó la ronda de juntas de política monetaria de septiembre.
En las últimas semanas, como resultado de múltiples declaraciones, entrevistas y conferencias por parte de banqueros centrales de todo el mundo, la confusión y la incertidumbre con respecto al panorama futuro de las economías se han elevado y las percepciones han empezado a cambiar.

En las reuniones de septiembre, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra mantuvieron sin cambio su postura monetaria, pero ambos dejaron la puerta abierta a un incremento en el estímulo más adelante.

Luego, el miércoles pasado, el BOJ, como prometió, revisó todo el programa de estímulo que viene aplicando desde que Shinzo Abe tomó posesión en 2012. Los cambios no fueron una total sorpresa porque de una u otra manera, los banqueros centrales y otros funcionarios fueron adelantando los posibles cambios.

Total, que el banco no aumentó la cantidad de bonos que seguirá comprando en el mercado, pero sí cambió la meta de su política monetaria – ya no será la base monetaria, que es el dinero en circulación más las reservas de los bancos comerciales depositadas en el banco central, sino la tasa de interés de los bonos a 10 años. Es decir, el banco central, en sus operaciones diarias, ya no comprará y venderá bonos en el mercado para controlar la cantidad de dinero en la economía, sino que comprará bonos de distintos plazos, en la cantidad que sea necesaria, de tal manera que la tasa del bono a 10 años ronde 0% al cierre de cada jornada. Esto significa que comprará más bonos de corto plazo, que de largo, y provocará que las tasas de corto plazo bajen, y que las de 10 años o más suban y dejen de ser negativas. Esto beneficiará a la banca y a los ahorradores, que normalmente son los inversionistas a largo plazo.

El mismo día, por la tarde, se conoció la decisión del Fed. La tasa nuevamente quedó igual, entre 0.25% y 0.50%, y Yellen explicó, en la conferencia de prensa, que la economía sigue cobrando fuerza, pero que la inflación se mantiene lejos de la meta de 2%. Las razones para mantener la tasa sin cambio no fueron muy convincentes, ni en el comunicado, ni en las palabras de Yellen, sobre todo a la luz de las recientes declaraciones de varios miembros que ya quieren subir la tasa, y del hecho de que tres miembros con voto en el Comité no estuvieron de acuerdo con la decisión.

A nosotros nos parece que la verdadera razón se encuentra en los pronósticos, donde para 2016 se revisó a la baja el crecimiento esperado del PIB y la inflación, al alza la tasa de desempleo, y se prevé sólo un incremento en la tasa de interés, a 0.625%. Además, para 2017 el Fed espera subir a tasa sólo 2 veces durante el año, 3 veces en 2018 y 2019, y prevén que la tasa de largo plazo se estabilice en 2.9%, debajo del 3% esperado en los pronósticos de junio. Es decir, los miembros del Fed están esperando un desempeño más despacio de la economía y, por lo tanto, una trayectoria de alza más lenta para la tasa de interés.

El caso es que al final de las reuniones de política monetaria de septiembre, aunque el nerviosismo y la incertidumbre siguen siendo parte del entorno de los mercados, parece que seguimos en el camino para utilizar una combinación de política monetaria con política fiscal para sacar a las economías adelante. En Inglaterra, el banco central no hizo cambios por ahora, como se esperaba, pero considera probable bajar más la tasa, y el ministro de finanzas reiteró que el presupuesto para 2017 será más suave.
El Banco Central Europeo dejó la puerta abierta para más estímulo, mientras que en Francia y Alemania continúan hablando de bajas en impuestos el año próximo. El Banco de Japón no aumentó la cantidad de bonos que comprará, pero cambió el foco de la política monetaria y acompañará las medidas de estímulo fiscal anunciadas por el gobierno. Y en Estados Unidos, por lo pronto, todo apunta a que el Fed subirá la tasa más despacio de lo que se esperaba; para saber de algún cambio en la política fiscal tendremos que esperar al cambio de gobierno, pero ambos candidatos proponen un importante incremento en el gasto.

En los mercados, la volatilidad sigue como resultado de la incertidumbre. Las tasas de los bonos retrocedieron en respuesta a las decisiones de los bancos centrales, pero las de los bonos de largo plazo de cualquier manera quedaron más altas. El dólar perdió terreno ante un Fed más lento, y el yen se apreció porque no se imprimirán más monedas. Y las bolsas subieron porque se beneficiaron por todos lados.

Pero esta historia todavía no termina. Quizá nos esperen unos días de relativa calma porque el nivel de incertidumbre disminuyó por unos momentos, pero es seguro que volverá a aumentar, y la volatilidad irá de la mano. Faltan muchas cosas por ocurrir, empezando por la elección de Estados Unidos, sin las cuales no podemos tener definiciones. Simplemente, hoy lunes es el primer debate entre Trump y Hillary, y probablemente afecte a los mercados el día de mañana. Y empezando octubre tendremos los reportes de utilidades del 3T, que no tienen por qué ser extraordinarios cuando la economía no creció particularmente fuerte.

Sigue siendo imprescindible mantener la cautela en la toma de decisiones.

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