La zona del Euro debe derrotar urgentemente al ogro de la deflación

¿Está la zona del euro realmente “tornándose japonesa”? La baja tasa de inflación de Europa se ha convertido en el nuevo punto focal para aquellos que creen que la zona del euro está condenada al desastre.

La inflación en esa zona se redujo a 0.8% en diciembre, muy por abajo del objetivo del Banco Central Europeo, de “cerca, pero menor de 2%”.

En Grecia, la inflación ya es negativa; mientras que en España, Portugal e Irlanda oscila entre 0.2% y 0.3%.

Eso está incitando temores de que la zona de la moneda común pueda tender a la deflación, como lo hizo Japón en la década de 1990, cuando la caída de precios condujo a un estancamiento prolongado del que apenas comienza a despertar.

Los consumidores japoneses por ese fenómeno se abstuvieron de comprar mientras esperaban que los bienes fueran más baratos, lo que provocó que el crecimiento se estancara y que aumentaran las cargas de la deuda.

El último en unir su voz al coro de ansiedad fue el Fondo Monetario Internacional, o FMI. La semana pasada, la jefa de FMI, Christine Lagarde, advirtió que la deflación era un riesgo creciente para la economía mundial y que ésta podría ser desastrosa para la recuperación.

“Si la inflación es el genio, entonces la deflación es el ogro que hay que combatir con decisión”, dijo.

Hay pocas dudas sobre quién cree Lagarde que debe encabezar la luchar. Altos funcionarios del Banco Central Europeo, o BCE, fueron convocados a Washington para conocer los sombríos pronósticos del Fondo Monetario Internacional, o FMI, y en privado instados a actuar con mayor resolución al respecto.

Claro que al mismo tiempo es también discutible si el riesgo de la deflación es realmente tan grave como piensa el FMI y sus economistas.

El propio BCE cree que la inflación de la zona euro se mantendrá por debajo del objetivo durante mucho tiempo, en torno a 1%, pero no cree que se vuelva negativa.

Incluso si la inflación se torna negativa por un período en algunos países, eso no es algo necesariamente malo.

En una unión monetaria en la que es imposible aumentar la inflación para reducir las deudas, un ajuste a la baja en los precios puede ser esencial para permitir que las economías recuperen competitividad –la llamada devaluación interna. Suiza ha sufrido frecuentes períodos de caída en los precios, así como lo hizo la Gran Bretaña en el Siglo XIX.

Crucialmente, las encuestas muestran que los ciudadanos de la zona euro esperan que la inflación regrese a 2% en el mediano plazo.

No obstante, el riesgo de deflación en la zona euro no es cero, evidentemente –y si BCE fuera un banco central normal que respondiera de sus actos a un solo gobierno, éste ya podría estar haciendo algo más para relajar la política monetaria, incluyendo embarcarse en compras de activos a gran escala.

Después de todo, en Grecia particularmente, pero también en gran parte del sur de Europa, las tasas de interés reales –el costo de pedir prestado después de considerar la inflación–, son actualmente positivas cuando las condiciones económicas requieren que deban ser muy negativas.

Los críticos advierten que si no se actúa ahora, BCE corre el riesgo de repetir los errores políticos que cometió Banco de Japón, mismo que no actuó con diligencia suficiente para evitar el deslizamiento hacia la deflación.

Pero este enfoque sobre BCE excluye un aspecto crucial del fenómeno japonés. Los banqueros centrales insisten en que lo único que pueden hacer es conseguirles tiempo a los políticos, empresas y hogares para que hagan los ajustes necesarios con la finalidad de poner sus finanzas sobre una base más sostenible.

No fueron únicamente –ni siquiera principalmente– los errores políticos del Banco de Japón lo que hizo que se estancara la tercera economía del planeta durante dos décadas. Fue la incapacidad del país para implantar las reformas necesarias que le hubieran permitido reequilibrar su economía.

Después que estalló su burbuja financiera, a Japón le tomó más de una década recapitalizar su sistema bancario, tiempo durante el cual escaseo el crédito en su economía. La legislación laboral y las prácticas de trabajo son inflexibles en Japón, lo que ha creado una fuerza de trabajo de dos niveles que condena a muchos de los trabajadores más jóvenes a enfrentar contratos temporales, mientras que los trabajadores de mayor edad disfrutan de contratos indefinidos, chapados en oro.

A pesar de tener una decreciente población y una sociedad que envejece rápidamente, Japón siguió resistiéndose a la inmigración, mientras que la participación femenina en la fuerza laboral es muy baja y la prestación de cuidados infantiles es deficiente. Peor aún, los sectores público y privado de Japón sufren un clientelismo endémico, con poderosos intereses creados capaces de resistir cualquier ataque a sus privilegios.

El escándalo de Olympus de 2011, cuando el director ejecutivo británico del grupo tecnológico fue despedido después de revelar los esfuerzos del consejo de administración para ocultar pérdidas substanciales, expuso la debilidad de las normas de gobierno corporativo de Japón.

Sin embargo, a pesar de la indignación, el progreso por mejorar la transparencia ha sido limitado.

Incluso hoy día, hasta ahora hay pocos progresos en las profundas reformas estructurales que el primer ministro Shinzo Abe prometió a cambio de último y agresivo programa de flexibilización cuantitativa del Banco de Japón, generando preocupaciones en el mercado acerca de si la recuperación actual de Japón será sostenible.

Algunos países europeos han tratado de aprender las lecciones de Japón al continuar implantando reformas estructurales, incluida la re-capitalización robusta de sus sistemas bancarios.

Es por eso que en el Reino Unido, Irlanda, España y Portugal ya hay indicios de que la acción decisiva está empezando a fructificar. Pero la realidad es que gran parte de Europa, al igual que Japón, sigue paralizada por el clientelismo, la corrupción y los intereses creados. Es esto –mucho más que la reticencia de BCE de comprar bonos– lo que plantea el mayor riesgo a largo plazo para el crecimiento de la zona del euro y sus perspectivas de deflación.

Fuente: sentidocomun.com.mx

 

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