El significado de Trump en la Casa Blanca

¿Qué dice análisis? En los mercados. Por: Patricia Berry

Es un hecho que las economías de Estados Unidos y México están íntimamente ligadas a través del sector industrial y manufacturero, y que es imposible desvincularlas. Pensamos que las medidas de política económica que aplicará Trump en Estados Unidos sí lograrán impulsar el crecimiento, y eso beneficiará a México. Pero, la incertidumbre y la percepción de vulnerabilidad de México ante las amenazas de Trump son el peor veneno para la confianza. Las consecuencias para la economía mexicana serán negativas, aunque no catastróficas, mientras no se despeje la incertidumbre.

El TLC o Nafta
Todos sabemos que la economía de México es altamente dependiente de la de Estados Unidos, pero la realidad es que la de Estados Unidos también depende de la de México. Tampoco es secreto que la liga más estrecha es la relación entre los sectores industriales, especialmente los de manufactura,de ambos países.

En los 90’s, justo cuando China era la economía más competitiva en procesos industriales, surgió el TLC y contrarrestó parte de ese dominio. Nafta permitió que las grandes empresas multinacionales, sobre todo americanas, pudieran establecerse en México, y aprovecharan la mano de obra abundante, calificada e igual o más barata que la china, además de insumos a menor costo y todo tipo de condiciones favorables, incluyendo la exportación a Estados Unidos libre de tarifas. La cercanía con Estados Unidos fue otro factor determinante para las empresas: por un lado, los diseñadores, ingenieros y líderes de los proyectos pueden hacer modificaciones, cambios o corregir errores rápidamente, porque están a unas cuantas horas de las plantas; por otro, también están muy cerca de su principal cliente – el consumidor norteamericano – lo que reduce enormemente el tiempo y costo del transporte a los puntos de venta. Muchas empresas lograron procesos de producción mucho más eficientes y también mucho más redituables.

Al mismo tiempo, fueron surgiendo empresas mexicanas proveedoras de insumos y servicios para las fábricas extranjeras y total que en los últimos 20 años, las fábricas y plantas en México, sean americanas o mexicanas, se han convertido en parte de la cadena productiva de la economía de Estados Unidos. Muchas cosas que se fabrican en México, especialmente bienes intermedios (que son partes de algún producto que se acaba de armar en Estados Unidos, como por ejemplo los motores de algún auto), simplemente ya no se hacen en Estados Unidos.

El TLC y la migración de fábricas de Estados Unidos a México es sólo el episodio notorio más reciente de la desindustrialización de la economía. En realidad, este proceso comenzó hace unos 50 años, por lo menos, y es parte de la evolución natural de la economía: el avance del desarrollo que la llevó a ser una economía industrializada, ahora la está llevando a ser una economía de servicios; ahora es donde se desarrollan las nuevas tecnologías, donde se hacen las investigaciones más avanzadas y surgen los inventos, donde se rediseñan y perfeccionan los productos. Los procesos industriales, muchos de ellos contaminantes, de mayor riesgo y que requieren de obreros y trabajadores con conocimientos menos sofisticados, se han ido trasladando a los países en desarrollo o emergentes.

Una de las consecuencias, desde luego, es que ahora hay muchos menos empleos para los obreros americanos porque muchas fábricas se fueron a otro país más barato, y muchos trabajadores han sido desplazados por la automatización.
El caso es que se trata de un segmento importante de la población que no está contento o satisfecho, sino decepcionado y enojado. Su nivel de vida se ha deteriorado y rechazan al establishment, la inmigración y la globalización. Estos sentimientos son lo que explotó Trump en su campaña – y ganó.

México
Con mucho éxito durante la campaña, Trump culpó a México de temas muy sensibles para muchos americanos: la falta de empleos en la industria y el aumento en el crimen y la drogadicción. Sin pensarlo dos veces, se los adjudicó al TLC y a la inmigración ilegal. Y también sin pensarlo bien, ofreció como solución sacar a Estados Unidos del TLC, deportar a 12 millones de inmigrantes ilegales y construir un gran muro a todo lo largo de la frontera, que además pagaría México.
Estas soluciones, así de tajantes, fueron sólo retórica de campaña porque simplemente son imposibles de llevar a cabo. Poco a poco ha ido bajando la intensidad de sus amenazas, pero no quita el dedo del renglón. Sí suena posible que detengan y deporten a los 2.5 millones de ilegales con antecedentes penales, aunque le llevará tiempo. Y el gran muro se ha transformado en unas partes muro y otras partes reja, que es como está ahora.

El tema del TLC es lo más importante para la economía mexicana, y también para la de Estados Unidos. Salirse del TLC significa que se rompería la cadena productiva de la economía de Estados Unidos y caería en recesión hasta que se reconstruyera, así que no suena ni remotamente lógico. Pero parece que lo que realmente pretende es abrirlo para renegociar algunas partes que considera desventajosas y quizá incluir industrias que no están dentro del tratado, como la energética, la de telecomunicaciones u otros servicios, y en las que Estados Unidos es dominante.

Por ahora, todos, Estados Unidos, Canadá y México, están en medio de la incertidumbre total. No sabemos qué partes son las que quiere renegociar, cuándo o cómo quedarían. No sabemos tampoco qué exigirían México o Canadá, una vez abierto el tratado. No sabemos qué podría lograr Trump en realidad, porque necesitará del apoyo de la comunidad empresarial y del partido republicano en el Congreso, y ambos están a favor del TLC como está actualmente.
Por lo pronto, pensamos que las medidas de política económica que aplicará Trump en Estados Unidos sí lograrán impulsar el crecimiento, y eso beneficiará a México. Al mismo tiempo, la incertidumbre y la percepción de vulnerabilidad de México ante las amenazas de Trump son el peor veneno para la confianza.

Consideramos que las consecuencias para la economía mexicana serán negativas, aunque no catastróficas, mientras no se despeje la incertidumbre:

  • Deterioro en la percepción del riesgo México.
  • Freno a la inversión, extranjera y doméstica, por incertidumbre.
  • Menor crecimiento, pero no recesión.
  • Salida moderada de capitales.
  • Peso débil, repunte de inflación, y tasas al alza.
  • Incremento en exportaciones por crecimiento en EU y tipo de cambio.
  • Remesas sostenidas o en aumento por más empleo en EU y tipo de cambio.
  • Baja en el empleo y desaceleración del consumo.

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