Dudas y más dudas

¿Qué dice análisis? En los mercados.
Por: Patricia Berry

Ya no sólo preocupa el alza de la tasa del Fed. Ahora también hay dudas sobre el estímulo adicional de los bancos de Europa, Inglaterra y Japón. El juego y las reglas pueden cambiar completamente.

Dudas y más dudas Son demasiado densas y grises las nubes que cubren el panorama y el sol de plano no ha podido asomarse. Los mercados no encuentran la luz, la confusión de la semana pasada se multiplicó y en estos últimos días, por momentos, apareció el temor.

Decíamos en el boletín anterior que a partir de la reunión del Banco Central Europeo el jueves de la semana pasada, en la que decidieron no hacer ningún cambio en su postura monetaria, empezó a tomar forma la sospecha de que a los bancos centrales de Europa, Inglaterra y Japón ya no les entusiasma la idea de aumentar las compras de bonos y otros activos en el mercado para inyectar dinero a las economías, y de esta manera estimular la actividad. Y, desde luego, resulta lógico si consideramos, primero, que esta medida no ha funcionado como se pensaba. Si bien las tasas de interés han bajado a niveles mínimos, y hasta negativos, a todos los plazos, esto no ha logrado que las personas estén dispuestas a asumir más riesgo y solicitar créditos para consumir o invertir. En segundo lugar, sobre todo en Europa y Japón, cada vez hay menos bonos en el mercado que los bancos puedan comprar.

Ya con esta idea en la cabeza, fue fácil empezar a dudar que los bancos centrales sigan bajando las tasas de interés de referencia, algunas de las cuales ya se encuentran en terreno negativo. Y luego comenzar a considerar el daño que las medidas de estímulo están provocando a la banca y a los ahorradores, sobre todo cuando no hay progreso visible en la economía y la inflación.

Con esta percepción, además apoyada en opiniones de expertos de todos lados y declaraciones de banqueros centrales y autoridades financieras de Europa, Japón e Inglaterra, el paso siguiente fue el surgimiento de la idea de que, hacia delante, el estímulo tendrá que venir de la política fiscal – quizá lo que llaman “helicopter money”, o dinero desde el helicóptero, que consiste de financiar inversiones y gasto gubernamental con dinero recién impreso por parte del banco central, y no con mayores ingresos o deuda.

En pocas palabras, está echando raíces la idea de que los bancos centrales han agotado sus herramientas, y que el período de tasas de interés extremadamente bajas está terminando. Al mismo tiempo, está cobrando fuerza la expectativa de que los gobiernos pronto tomarán la batuta de la dirección de las economías utilizando la política fiscal. Es decir, el juego y las reglas de los últimos 8 años pueden cambiar completamente.

Con respecto al Fed, el viernes de la semana pasada nos quedamos a la expectativa de los discursos de tres miembros del comité programados para el lunes, y sobre todo el de Lael Brainard, la subgobernadora del Fed más suave, que podía inclinar la balanza hacia el alza de la tasa en septiembre. El nerviosismo era palpable esa mañana, pero al final de cuentas los tres banqueros se pronunciaron por tener paciencia al considerar el alza de la tasa de interés, y sobre todo Brainard. En los días que siguieron, los reportes de ventas al menudeo, producción industrial e inventarios resultaron más débiles que lo esperado, mientras que las cifras de inflación al productor avanzaron sólo marginalmente. El viernes, mientras México festejaba el Día de la Independencia, en Estados Unidos se dio a conocer que la inflación al consumidor superó las expectativas al subir 0.2% en agosto, para acumular un incremento de 1.1% en el último año, al tiempo que la inflación core, que elimina energía y alimentos, subió 0.3% en el mes y 2.3% en los últimos 12 meses – un avance, sí, pero no significativo, además de que no se trató del índice de precios PCE, que es el que monitorea el Fed. Es decir, entre la información generada durante estos días, no encontramos nada, aparte del pequeño incremento en la inflación al consumidor, que pudiera presionar al Fed a subir la tasa la semana próxima, y sigue pareciendo que lo más probable es que esperen hasta diciembre. La verdad es que, ya sea en septiembre, en diciembre, o a principios del año que entra, el Fed va a seguir subiendo la tasa de interés, y la pregunta es, más bien, la velocidad.

Al final, con dudas y cambios en los cuatro bancos más grandes en juego, la atención se dividió y la ansiedad que venía provocando el Fed disminuyó. Es más, ya para el viernes, los mercados estaban más preocupados por la junta del Banco de Japón que por la del Fed.

Mientras tanto, los mercados registraron los movimientos más fuertes en mucho tiempo, como resultado de que lo que ahora está en duda es la capacidad de los bancos centrales para estimular el crecimiento – justo lo que ha sido el motor más importante de los precios en los últimos años. La incertidumbre se ha intensificado y la aversión al riesgo ha crecido. Pero, esta vez, los mercados de divisas no fueron el principal blanco de los operadores, y más bien, la actividad se concentró en los mercados de bonos soberanos y en las bolsas. Los precios de los bonos a 10 años o más bajaron, ante la duda de que los bancos centrales los sigan comprando, impulsando las tasas al alza; y los precios de las acciones cayeron por el daño que las tasas más altas representan para las empresas, pero sobre todo por la falta de claridad en el panorama de crecimiento a futuro. Definitivamente, siguen siendo tiempos de cautela, y probablemente de cautela extrema en lo que resta del año. La agenda de los mercados está repleta de eventos importantes y de riesgo.

La incertidumbre no se limita a los bancos centrales y los gobiernos, a la política monetaria y la política fiscal; también son sólo preguntas lo que rodea a los precios del petróleo por la posibilidad de acción coordinada entre Rusia y OPEP, la elección presidencial en Estados Unidos y el rumbo que tomará el país más poderoso dependiendo de quién gane, o el escalamiento en la agresividad de Corea del Norte y su capacidad nuclear.

La realidad es que todo nos parece peligroso, y bajo estas circunstancias, nos parece que lo más recomendable es mantener la mayor parte de los recursos en el dólar trac o en efectivo, en dólares.

Facebook Comments