Un recuento del 2016: El entorno y los mercados

¿Qué dice análisis?  En los mercados. Por:  Patricia Berry

Cada diciembre desde 2008, hemos acabado agradecidos porque ¡por fin se terminó el año! Y en 2016 no es diferente. Esperábamos un año difícil cuando comenzó, y así resultó para el mundo, para los mercados y para México. Pero, a diferencia de 2015, el 2016 no es otro año que podemos guardar en el cajón de las cosas olvidadas porque ocurrieron cosas que cambiaron el panorama radicalmente.

En los primeros meses del año se acentuaron las dudas sobre el desempeño de China, y el comportamiento de las demás economías parecía deteriorarse todavía más. Los bancos centrales entraron en acción: el Fed detuvo el alza de la tasa que había comenzado en diciembre, y los bancos de la Zona Euro y Japón aumentaron el estímulo monetario utilizando medidas extremas y tasas de interés negativas. Las cosas se estabilizaron, hasta que en junio llegó la votación del referéndum en Inglaterra que determinó que el país saldrá de la Unión Europea. Este resultado, totalmente inesperado, provocó que las expectativas de crecimiento nuevamente se revisaran a la baja en todo el mundo.

El Brexit oscureció el panorama y aumentó la incertidumbre. Lo que eran apenas sospechas se volvieron una gran discusión global entre economistas ante serios cuestionamientos: ¿Por qué no habían respondido el crecimientoy la inflación a casi 8 años de esfuerzos y medidas de estímulo de los bancos centrales? ¿Por qué no se había reactivado la inversión? ¿Se había terminado ya todo el arsenal de los bancos? ¿Se habían vuelto características permanentes el lento crecimiento y la baja inflación?

En medio de estas dudas y desesperanzas, en Inglaterra por el Brexit y en Japón por el fracaso del gran plan económico de Shinzo Abe, los dos gobiernos comenzaron a considerar la aplicación de medidas de política fiscal, específicamente mayor gasto gubernamental, además del estímulo monetario, para impulsar la actividad. En poco tiempo, el ruido se extendió a Francia y Alemania, donde posibles candidatos en las elecciones de 2017 ofrecen reducción en impuestos.

Mientras tanto, el crecimiento de las economías se mantenía relativamente estable – lento, pero positivo – y la inflación empezó a dar señales de vida gracias a que los precios del petróleo permanecían arriba de 40, con todos esperando que los países productores, OPEP y no-OPEP, se pusieran de acuerdo en límites a la producción.

2016, además, fue año de elecciones en Estados Unidos, un asunto de importancia global en todos sentidos. De principio a fin, el proceso electoral fue completamente diferente de cualquier otro. Nadie estaba preparado para las cosas que se hicieron y se dijeron entre pre-candidatos primero, y candidatos después. Y, hasta el día mismo de la elección, muy pocos se imaginaban siquiera el resultado. Trump llamó la atención desde el principio por sus posturas y propuestas en contra del establishment, la inmigración, los acuerdos comerciales – especialmente el TLC – y sobre todo por su manera de ser, totalmente opuesta a la que cualquiera esperaría de un presidente – agresivo, corriente, ofensivo, arrogante, mentiroso, y hasta ignorante en temas de vital importancia. Pero ofreció revivir la economía y conseguir trabajos para todos los que se sienten desplazados por la migración de empresas industriales a otros países más baratos, aplicando medidas de política fiscal – bajas en impuestos, gasto del gobierno en infraestructura, incentivos a la inversión, desregulación – que aseguran la aceleración del crecimiento, por lo menos en el corto plazo.

Para sorpresa de la gran mayoría en el mundo entero, Trump ganó la elección, y con eso, cambió el panorama de mundo. De un golpe, cambió la expectativa de las políticas económicas que regirán en el futuro, y la trayectoria del crecimiento de Estados Unidos que, al ser la economía más grande y poderosa del planeta, necesariamente afectará a todas las demás.
Además, inmediatamente surgió la esperanza de que la aplicación de medidas fiscales se extienda a otros países, como Inglaterra y la Unión Europea.

En lugar de otro año de avance incipiente en 2017, ahora se espera que el crecimiento sea mayor que en 2016, en preparación para un despegue más importante en 2018.

Las tendencias de los mercados que prevalecieron casi todo el año cambiaron de dirección o velocidad en un momento a partir del 8 de noviembre.

Total, el año comenzó mal, con alta incertidumbre, bajo crecimiento,  desconcierto en los bancos centrales y pocas esperanzas de mejora. Pero está terminando con optimismo. No sólo empezaron a mejorar las cifras desde septiembre, sino que las esperanzas renacieron, increíblemente, gracias a Trump y sus planes para la economía de EU. Los rendimientos de las bolsas desarrolladas aumentaron y se volvieron positivos en los últimos dos meses del año, aunque los portafolios en instrumentos de deuda han sufrido fuertes pérdidas por el disparo de las tasas.

A nosotros nos parece que lo más importante del año fue que surgió la intención de utilizar las herramientas de la política fiscal por parte de los gobiernos para ayudar a los bancos centrales a impulsar el crecimiento económico. En paralelo, también nos parece muy importante que, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos y recientemente en Italia, las votaciones reflejaron un rotundo rechazo social al establishment – a las cosas como las conocemos. Ambas cosas significan que 2017 no será fácil, pero sí será interesante, emocionante y, sobre todo, lleno de oportunidades para quienes las puedan identificar.

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