¡Qué semanita!

Por: Patricia Berry

De las 9 semanas que Donald Trump lleva como Presidente de Estados Unidos, esta le ha resultado una de las más difíciles, si no es que la peor. La cuesta abajo empezó el lunes 20, con la comparecencia pública de James Comey, director del FBI, ante el comité de inteligencia de la cámara de representantes. Comey reveló 2 cosas: el FBI investiga desde julio de 2016 los posibles lazos entre funcionarios de la campaña de Trump y oficiales rusos, buscando signos de colusión y coordinación entre ambos para perjudicar a la candidata demócrata Hillary Clinton; y la total ausencia de pruebas que hagan suponer que la Torre Trump en Nueva York haya sido objeto de espionaje de algún tipo ordenado por Obama, no solo del FBI sino del Departamento de Justicia. Es decir, los famosos tuits en los que Trump acusó a su predecesor Barack Obama de intervenirle el teléfono, son absolutamente falsos.

Para el miércoles, en un giro francamente extraño, y muy sospechoso, el republicano Devin Nunes, quien encabeza el comité de inteligencia, vio ciertos documentos que, luego de consultar con el líder de los representantes Paul Ryan, lo hizo salir despavorido a la Casa Blanca a informarle a Trump de su contenido. Echando al viento toda precaución y rompiendo todo protocolo, no le avisó a su propio comité, ni a Adam Schiff, el demócrata que encabeza la representación de su partido en el comité. Nunes puso la credibilidad de la investigación del comité en entredicho, al actuar como vasallo de Trump, y no como un legislador independiente. El llamado a nombrar un comité especial, independiente del gobierno, para investigar las posibles ligas con Rusia, similar a lo que hicieron después de las Torres Gemelas, crece cada vez más rápido.

En este marco de zozobra, continuaba la negociación interna de los republicanos para lograr consensos y votos suficientes para pasar en la cámara baja el proyecto de ley para derogar y sustituir “Obamacare” – el sistema de salud que creó el presidente Obama, y que fue una de las principales promesas de campaña de Trump.

La realidad es que la negociación, a cargo de Paul Ryan, líder de la cámara baja, estaba en problemas en su propio partido republicano. Después de 7 años continuos de promover la derogación del plan Obama, los republicanos no se han podido poner de acuerdo en cómo reemplazarlo. La presión de las bases se hizo sentir, conforme se conocían datos de la nueva propuesta. 24 millones de ciudadanos perderían su seguro médico con el nuevo plan, que incluía enormes recortes en servicios, a cambio de un ahorro considerable en recursos públicos destinados a la salud. Para el ala conservadora, los recortes no eran suficientes. Para los moderados, iban demasiado lejos. No pudieron llegar a un acuerdo, por más que el propio Trump se involucró en la negociación. La verdad es que varias fuentes dicen que su ignorancia respecto a los detalles de la propuesta le impidió ser efectivo, y terminó tratando de amenazar a los que votaran en contra, sin mucho éxito que digamos. Total, que el viernes 24, los republicanos decidieron no someter la propuesta a votación y retirar la legislación de la mesa. Es decir, dejar este tema para otro momento.

Acostumbrado a ganar siempre, por las buenas o por las malas, y considerándose a sí mismo el negociador por excelencia, Trump perdió, y tuvo que aceptarlo, aun repartiendo culpas por todos lados. El golpe a su ego, a su imagen de sí mismo, y cómo puede afectar esto su comportamiento futuro, sólo lo pueden evaluar expertos siquiatras.

Muchos observadores consideraron que el derrumbe de la iniciativa fue una derrota épica para Trump, y no son pocos los que esperan algún tipo de venganza tarde o temprano. Quizá exageran, pero no se puede ignorar que, en los hechos, Trump ha podido hacer poco en los 60 y tantos días que lleva su gobierno. Su orden ejecutiva para detener el flujo migratorio de países islámicos fue detenido por las cortes, no una, sino dos veces. Su promesa del muro enfrenta seria oposición, sin hablar del financiamiento. Su compromiso de investigar los “3 o más millones de votos ilegales” en los pasados comicios, no se concretó. Tampoco su amenaza de demanda a quienes lo acusaron de acoso sexual. Su ligereza con el “twitter”, los pleitos internos de su equipo cercano, pero sobre todo, la acusación sin bases de Obama, la investigación sobre sus lazos con Rusia, forman una amenazante nube sobre la administración.

Y está por verse el impacto de la creciente debilidad de Trump en concretar otras de sus promesas de campaña, principalmente la reforma fiscal, que es la que han venido esperando los mercados financieros.

La percepción de fuerza de Trump durante la campaña y el hecho de su victoria en la elección dio lugar al Trump Rally – una fuerte reacción positiva en los mercados al descontar que, efectivamente, impulsaría el crecimiento de la economía con la aplicación de las reformas fiscales que prometió.

Las primeras dudas surgieron con su discurso en la toma de posesión, por el panorama sombrío que pintó de la situación de Estados Unidos, y el ataque directo que lanzó a todo el establishment político de Washington, y se reflejaron en los mercados del dólar, de las tasas de los bonos y del oro. El rosario de amenazas, problemas, mentiras, investigaciones, y todo tipo de pleitos que rodean a Trump han mantenido a estos mercados en tendencias negativas, aunque moderadas. Sólo los mercados accionarios conservaron la confianza intacta y se desató la cadena más larga de récords históricos diarios en 30 años.

Y ahora llegamos a un momento crucial. La agenda legislativa de Trump y los republicanos consideraba lograr el reemplazo de Obamacare en primer lugar, en seguida la propuesta y aprobación de la reforma fiscal, y en tercer término la renegociación del TLC. Con la eliminación de la reforma de salud de la agenda, ahora todos los esfuerzos se concentrarán en la reforma fiscal.

La reforma fiscal es lo que los mercados quieren conocer porque es lo que impulsará el crecimiento de la economía. Pero, la percepción puede tomar varios caminos:

  • Los mercados pueden embarcarse en un nuevo rally porque es posible que logren la aprobación de la reforma antes de lo que esperaban.
  • También, pueden seguir corrigiendo moderadamente al crecer las dudas sobre la posibilidad de aprobación de las reformas, dada la debilidad que mostraron Trump y Ryan en la reforma de salud.
  • Las propuestas originales pueden diluirse ante la fuerza que han cobrado algunos grupos de republicanos, y sobre todo si se llegan a necesitar votos demócratas, y esto también causaría turbulencia en los mercados.
  • Finalmente, si las investigaciones de FBI y del Departamento de Justicia encuentran crímenes qué perseguir, estarían ligados a Trump y su equipo de campaña, varios de los cuales son ahora parte del gabinete, como el Secretario del Tesoro Steven Mnuchin y el Secretario de Comercio Wilbur Ross, para empezar. En este caso es previsible que el grado de incertidumbre paralice cualquier proceso legislativo en el Congreso, y los mercados reaccionarían negativamente tanto a la incertidumbre política, como al retraso en la agenda del Congreso.

Por lo pronto, el viernes, después del anuncio del retiro de la propuesta de reforma de salud, los mercados recuperaron la mayor parte del terreno perdido durante el día. En las próximas semanas, mientras los datos económicos sigan saliendo cerca de las estimaciones, la atención se concentrará en la política y, por lo tanto, la incertidumbre extrema irá creciendo.

En estas circunstancias, no está de más incrementar la cautela.

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