Patricia Berry: “Todo se lo debemos al Fed”

Patricia Berry

Fuera Grecia. Fuera China. Y sólo queda el Fed y su tasa de interés. Es de esperarse que la volatilidad aumente conforme se acerque el 16-17 de septiembre, cuando será la junta del Fed en la que la mayoría espera que suba la tasa por primera vez. Los mercados estarán cada vez más sensibles a cualquier dato o declaración que tenga que ver con el Fed.

 

En estos días, ha sido palpable cómo se han tranquilizado los ánimos con respecto a Grecia, por un lado, y a los problemas económicos y de mercado de China, por otro. Desde luego, son temas que no han desaparecido.

Grecia continúa negociando con el Grupo Bruselas los detalles del paquete de rescate, y se piensa que pudiera quedar listo tan pronto como a fin de mes. Y China sigue mal y de malas, tratando de apagar dos fuegos que las autoridades no esperaban: datos y cifras que sugieren que aún continúa el deterioro de la economía, y el desplome del mercado accionario.

Pero en el radar de los involucrados con los mercados, Grecia ya es apenas un puntito pequeñito en una orilla, China es un puntito más visible, sobre todo para los precios de las materias primas, y como gran punto en el centro, sólo quedaron el Fed y su tasa de interés.

El Fed…Janet Yellen…el alza de la tasa…un miembro del Fed dice…otro miembro del Comité espera…las apuestas en septiembre…el Fed…el empleo apunta a septiembre…el Fed…la inflación permite diciembre…el Fed…y así nos vamos día con día.

Estos días, y probablemente por un tiempo más, el Fed es lo único que parece importar. Y cómo no, si sería la primera alza de la tasa en una década – el cambio oficial del ciclo de las tasas, con implicaciones para el mundo entero.

 

Lo que sabemos con certeza acerca del tema es lo que nos han dicho los propios miembros del Fed:

1. Aún no saben cuándo subirán la tasa, pero consideran que será este mismo año – en septiembre, octubre o diciembre. Y por ahora suponen que, posteriormente, la tasa seguirá subiendo, pero lentamente y poco a poco. En los dos casos, las decisiones dependen de los datos que se vayan publicando, de las condiciones de la economía y del ritmo al que se sostenga el crecimiento.

2. Las cifras más importantes son las del mercado laboral y las de inflación.

3. Los datos de empleo han mejorado mucho, pero todavía buscan que mejoren más. La generación de plazas de trabajo ya no es el problema principal, ya que la tasa de desempleo, en 5.3%, está muy cerca del 5.2%-5% que consideran pleno empleo. La inquietud ahora es que los salarios apenas si han aumentado 2.1% en el último año, y eso no es consistente con el 3.5% que crece el salario en un mercado laboral realmente sano.

4. Medidas de inflación hay muchas, pero el Fed utiliza, principalmente, el índice de precios de los gastos de consumo personal, excluyendo la energía y alimentos, mejor conocido como índice PCE core. Este índice de precios ha acumulado un incremento de 1.3% en los últimos 12 meses a julio, que no representa un riesgo de deflación, pero tampoco está muy cerca de la meta de 2% que digamos. La baja de los precios del petróleo y la fortaleza del dólar presionan a la inflación a la baja.

5. La economía está creciendo moderadamente. El sector residencial se está recuperando, el consumo se ha sostenido, y los factores que han detenido la inversión y la producción industrial, como la baja del petróleo, los consideran pasajeros.

6. Una vez que suba la tasa, es probable que durante un buen tiempo todavía se necesiten condiciones de estímulo, así que las tasas seguirán más bajas de lo que se considera normal.

Y la verdad es que casi todas son apreciaciones probables, supuestos o percepciones de los miembros del Fed, que, por supuesto, están abiertas a interpretación.

Desde hace tiempo, la mayoría de los inversionistas y analistas consideran que lo más probable es que el Fed decida subir la tasa de interés en su junta de septiembre 16 y 17. Antes de la reunión pasada, en julio, muchos pensaban que el comité del Fed diría algo para preparar a los mercados para la primera alza de la tasa, pero simplemente repitieron que todo dependía de las cifras que se irían publicando, y todo siguió igual.

Los mercados, sin embargo, no pueden funcionar en el vacío total de información, así que, conforme se acerca septiembre, va creciendo la sensibilidad de todos los participantes y los precios están reaccionando a más cosas y detalles cada vez. Los movimientos, que antes tomaban días, se convirtieron en cambios de un día para otro, y se han acelerado hasta que, actualmente, la opinión y la dirección de los precios pueden cambiar radicalmente durante el día, dependiendo del último número o de la última declaración – ciertamente, empezamos a ver características de propias de períodos de especulación.

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La primera diferencia que apreciamos es en el desempeño de los mercados desarrollados frente a los emergentes, que sufren movimientos negativos más fuertes y duraderos. La aversión al riesgo ha aumentado y los flujos de salida de dinero de los países vulnerables no se han hecho esperar, y se dirigen, principalmente, a Estados Unidos.

El mercado cambiario es el que está reaccionando más clara y violentamente a todo lo que ocurre alrededor del Fed. Un ejemplo: apenas el martes en la tarde, un miembro del Fed declaró que para él las condiciones ya son para que la tasa suba en septiembre, y el dólar se disparó en Asia y luego en Europa. En la mañana siguiente de América, otro miembro aseguró en un noticiero tempranero, que todavía no se puede definir nada y el dólar se cayó frente a todas las monedas. Más tarde, salió el dato de creación de empleos ADP, que decepcionó, y el dólar se cayó más; pero luego salió el reporte ISM de servicios mejor de lo que nadie esperaba, y el dólar recuperó todo y con creces.

Los mercados de bonos también reflejan los cambios en las expectativas del Fed y, por supuesto, las tasas han subido. Las tasas de los papeles de corto plazo suben más y más rápido que las de largo plazo, pero, en general, las alzas de las tasas del Tesoro han estado relativamente acotadas porque mucho del dinero que ha salido de Europa, Asia, y otros emergentes, ha ido a parar a bonos en Estados Unidos.

Los mercados de materias primas están en plena baja, desde el jugo de naranja, hasta el petróleo, pasando, principalmente, por los metales industriales. Desde luego, una buena parte la caída de los precios es resultado de la debilidad de la demanda, sobre todo de China, pero otra parte es por la fortaleza del dólar, que encarece estos bienes para todos los países.

Finalmente, las bolsas han dejado de subir. En Estados Unidos el comportamiento del S&P500 hasta ahora es lateral, más que otra cosa, pero en otros países, especialmente en los emergentes, los mercados accionarios están definiendo bajas.

El comportamiento de los distintos mercados corresponde con la reacción lógica al alza de las tasas de interés. Es probable que, conforme
se acerque la mitad de septiembre y la fecha de la junta del Fed, los mercados sigan reaccionando a cada cosa que tenga que ver con el Fed, especialmente los datos económicos, que la volatilidad se intensifique, y que las tendencias que ahora vemos se reafirmen.

Por ahora, las apuestas por el alza de la tasa del Fed están centradas en la reunión de septiembre, pero no dudamos que las opiniones cambien en un instante dependiendo de la evolución de las cifras económicas.

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