No hay mal que dure 100 años

Análisis dice…
Por: Patricia Berry

No hay mal que dure 100 años…

…porque no hay cuerpo que los aguante. Es uno de los sabios dichos mexicanos que describe muy bien el comportamiento de muchos inversionistas en los mercados.

 

 

Apenas hace unos meses, en la primavera, el panorama se veía gris. Los indicadores de todos lados comenzaron a desacelerarse. Los ojos se centraban en una inesperada desaceleración de la economía de Estados Unidos y en la debilidad de Europa, que se veía exacerbada por una pérdida de dinamismo de Alemania; en el Fed y en el Banco Central Europeo.

Llegó el verano, y todo se volvió negro. Las preocupaciones se multiplicaron porque los reportes no mejoraban: se dudaba del crecimiento económico global por la marcada debilidad de Europa, y peor cuando China devaluó el yuan y el mundo se percató de que la desaceleración de su economía parece tener fondo. Hacia septiembre, la expectativa de alza de la tasa del Fed, complicó todo todavía más. Analistas e inversionistas se preguntaban qué pasaría con los flujos de inversión en el mundo, cómo responderían los países emergentes a la probable salida de capitales, cómo enfrentarían sus deudas en dólares los gobiernos y empresas emergentes al subir las tasas, y cómo se podría conciliar el débil crecimiento económico global con el alza de tasas de interés.

Los inversionistas, por supuesto, se retrajeron y aumentó significativamente la aversión al riesgo. El dólar se subió, las tasas también, las materias primas aceleraron su baja, al tiempo que las bolsas en todo el mundo se desplomaron, perdiendo todo el terreno ganado durante el año, y más. A la mitad de septiembre, llegó por fin la junta del Fed, y llegó sin el alza de la tasa que tantos esperaban. El Fed justificó su decisión con el riesgo que representaba para la economía de Estados Unidos la falta de dinamismo en el mundo y, sobre todo, la posibilidad de un aterrizaje forzoso de China. Poco después, el Banco Central Europeo anunció que está dispuesto a aumentar el estímulo monetario para impulsar la economía de la Zona Euro y que decidirá en diciembre, China bajó las tasas de interés por 5ª vez este año, y el Banco de Japón también se declaró dispuesto a inyectar más dinero si la inflación no repunta. Los inversionistas no pudieron más con el cansancio del pesimismo, y los anuncios de los bancos centrales fueron pretexto suficiente para cambiar el color del panorama. Súbitamente, resurgió el optimismo y octubre resultó el mejor mes en muchos años para los mercados: el dólar se debilitó y las monedas emergentes se recuperaron, las tasas de interés de los bonos retrocedieron nuevamente, las materias primas se estabilizaron, y las bolsas “volaron”, como dicen los operadores, para regresar a niveles cercanos a los máximos del año, con algunas, como el Nasdaq, logrando ya nuevos récords.

 

¿Qué cambió??????

Es cierto, el Fed no subió la tasa, como se temía, pero la expectativa simplemente se trasladó a diciembre. El Banco Central Europeo lleva casi todo el año comprando bonos, el Banco de Japón ha inyectado enormes cantidades de dinero desde 2013, el banco central de China ha bajado las tasas 6 veces en menos de un año y los requerimientos de reservas 4 veces, y ninguno de los tres ha logrado gran cosa – ¿qué hace pensar que un nuevo aumento en estos programas ahora sí va a funcionar?

La verdad es que, en el fondo, no cambió nada. Con las cifras que se venían viendo, todos en los mercados deseaban escuchar que los bancos centrales seguirían aumentando la ayuda para las economías. Y ese deseo se convirtió en realidad. La reacción de muchos fue pensar que la liquidez seguirá aumentando en el mundo, y en estos años, después de la crisis hipotecaria, si algo han aprendido los inversionistas, es que entre más dinero inyecten los bancos, más suben los mercados.

Así es que seguimos más o menos igual, con las economías creciendo muy poco y todavía vulnerables, pero en una pausa en las malas noticias de parte de los indicadores económicos. La prueba de fuego vendrá cuando el Fed, efectivamente, suba la tasa de interés y podamos ver el efecto que eso tiene en las demás economías, porque aún no hay señales de que esté iniciando un verdadero ciclo de expansión económica.

No descartemos un regreso a la volatilidad y al pesimismo cuando se vaya acercando el alza de la tasa de Estados Unidos.

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