Crónicas Trumpianas: Semana 4

Reporte Especial. Por: Jorge Berry

Semana difícil para Donald Trump, y también para muchos de sus gobernados. El presidente de EU tuvo que lidiar con la percepción, cada vez mas generalizada, de que la Casa Blanca es un caos, y el mejor ejemplo resultó la accidentada renuncia/despido del Consejero de Seguridad, el general Michael Flynn.

Sale Kellyann Conway, asesora de Trump, muy cercana al presidente, y quien lo representa con frecuencia en los medios, y dice que el general Flynn cuenta con todas confianzas de Trump. Una hora mas tarde, los reporteros de la Casa Blanca la ven entrar a la oficina de Sean Spicer, el vocero de prensa del presidente. No parecen tener una reunión muy amigable, sale la Conway a paso veloz, y el vocero llama a los reporteros y les dice que la situación del general Flynn está siendo evaluada. Horas mas tarde, ya por la noche del lunes 13, se da a conocer la carta de renuncia de Flynn, y se produce la primera baja en el gabinete a menos de un mes de tomar posesión.

Los reporteros siguen rascando. Se confirma, a través de 9 fuentes distintas del Washington Post, que la conversación de Flynn con el embajador de Rusia, previa a la toma de posesión, sí incluyó el tema de las sanciones que el presidente Obama impuso a Rusia como consecuencia del hackeo a las cuentas de Hillary Clinton y el partido demócrata. Esto podría constituir un delito. Pero además, el FBI puso al tanto del asunto tanto a Obama como a Trump, antes de la toma de protesta. El FBI también les informó de extensas y frecuentes comunicaciones entre altos mandos de la campaña de Trump con funcionarios rusos, presuntamente,  ficiales de inteligencia.  Y como diría Jaime Maussán, ¡nadie hizo nada! No fue sino hasta que todo esto se documentó en los medios que Trump se vio obligado a despedir a Flynn. Y, claro, Trump dice que es “fake news”, y que la prensa tiene la culpa de todo.
Los legisladores demócratas, y hasta algunos republicanos, exigen una investigación a fondo. Pero el liderazgo republicano en las cámaras hará el trayecto muy difícil, como ya lo adelantó el impresentable y vetusto senador Mitch McConnell. El secreto está en las grabaciones de las llamadas, cuyo contenido se desconoce, pero que tienen el potencial de convertirse en una bomba para la administración. Ya se dio el primer ejemplo del bloqueo republicano: el comité de vigilancia  fiscal anunció que no pedirá la declaración de impuestos de Trump. Ese documento podría dar luz sobre los lazos financieros de Trump con Rusia. Pero no, por el momento.

Mientras, en el Congreso, Andrew Puzder, al ver que no tenía los votos suficientes, retiró su nombre como candidato a la secretaría del trabajo, en medio de acusaciones de violencia familiar, prácticas desleales en su negocio (Carl´s Jr.) y dar trabajo durante años a una indocumentada. En su lugar, Trump nominó al cubano-americano Alexander Acosta. Y el elegido para ocupar el puesto de Flynn, el vice-almirante Robert Harward, rechazó el nombramiento. La carta que envió a Trump cita razones familiares, pero fuentes cercanas al vice-almirante dicen que piensa que la Casa Blanca es un desorden, que no lo iban a dejar llevar a su equipo, y que, en general, la oferta era un “sándwich de mierda”. Literal.
En medio del tsunami, se pierden de vista cosas importantes. En la semana, Trump se reunió con el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, y le dio la luz verde de EU (no que la necesita) para hacer prácticamente lo que quiera en torno a las negociaciones con Palestina y los asentamientos en territorios ocupados.
Trump cedió ante Xi Jin-ping, y EU vuelve a la política de reconocer “una sola China”. Casualmente, días después, China otorga, luego de 10 años de pleito, permiso para usar la marca “Trump” en las construcciones del magnate.
Parece tibia la reacción del presidente de EU ante ensayos balísticos de Corea del Norte, Rusia e Irán, pero Trump dice que no revelará las acciones que tomará su país, para “no alertar al enemigo”.

En el frente migratorio, a pesar de los desmentidos oficiales, las redadas cobraron fuerza en distintas ciudades de EU. Los agentes de ICE, la “migra”, como la conocen los paisanos, han endurecido su actuación al sentirse apoyados por la administración. En papel, solo se persigue a los delincuentes. Pero en la realidad, quien haya cometido cualquier falta, así sea pasarse un alto, tiene de qué preocuparse. Hasta un estudiante, con permiso legal de estancia y trabajo por la iniciativa DACA, está detenido y en proceso de deportación. Su delito: tener un tatuaje que dice “La Paz, BCS”, que es la ciudad donde nació, pero que, según los agentes, lo identifica como pandillero. El jueves se hizo la protesta “un día sin hispanos”, que llamaba a no ir a trabajar ni a la escuela, pero solo tuvo impacto marginal.
También el jueves, Mr. Trump amaneció con ganas de pelea, e intempestivamente, citó a una conferencia de prensa. Salió a contestar y a confrontar a los reporteros, reafirmó una y otra vez que los medios son deshonestos, que cuando las notas no le son favorables son “fake news”, y volvió a elogiar a la cadena Fox, cuyas posturas conservadoras y favorables al régimen le agradan. Dicen los veteranos de Washington, que desde la era Nixon no se vivía un clima tan hostil para la prensa en la Casa Blanca, y esto apenas empieza. Como para darles la razón, al día siguiente Trump tuiteó desde el avión presidencial, y dijo que ABC News, CNN, CBS News, NY Times, Washington Post y NBC News son enemigos del “pueblo de los Estados Unidos”. Lo mismo dicen Nicolás Maduro, Vladimir Putin, el Ayatollah Ali Khamenei, y sí, Andrés Manuel López Obrador.
Una carta, firmada por algunos de los mas prestigiados siquiatras de Estados Unidos, y que publicó el New York Times, cuestiona la salud mental de Trump. Uno de ellos, dijo que llamar “loco” a Trump es un insulto a los enfermos mentales. No, los siquiatras tampoco lo quieren.

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